Un bonito reloj mecánico es como una pieza de joyería de alta gama: bien mantenido, este accesorio durará toda la vida, si no más. Un buen mantenimiento implica una serie de acciones esenciales que ayudarán a su reloj a viajar a través de los años sin problemas. Ya sea manual o automático, consulte los 5 hábitos que debe adoptar para prolongar su longevidad y disfrutar de él durante muchos años.
Todos los relojeros le dirán lo mismo: un reloj mecánico es un ser vivo que depende totalmente de su portador para funcionar. Eso, por cierto, es lo que hace que estos objetos distintivos sean tan hermosos. Así que si está pensando en conservarlo dejándolo en el fondo de su armario, esto es en realidad lo contrario de lo que debería hacer.
Una de las razones es la siguiente: los componentes del movimiento están recubiertos de aceite lubricante para aliviar la fricción entre las piezas. Si el reloj no se utiliza durante mucho tiempo, el lubricante corre el riesgo de secarse, lo que inmoviliza las ruedas dentadas y provoca un mal funcionamiento.
Además, en el caso de los relojes automáticos, son los movimientos de la muñeca los que proporcionan la energía necesaria para el funcionamiento del mecanismo. Lo ideal, pues, es llevar el reloj casi a diario.
Este segundo punto es más de sentido común, pero un rápido recordatorio nunca viene mal. De hecho, incluso los relojes más resistentes no siempre son totalmente inmunes a las caídas, los golpes y los arañazos.
Por lo tanto, hay que evitar llevar el reloj mientras se realizan determinadas actividades deportivas (senderismo en la montaña, por ejemplo) o manuales (trabajos de bricolaje en el jardín). En el día a día, también debe asegurarse de que la correa está correctamente ajustada a su muñeca; si está demasiado floja, el reloj tiene más posibilidades de chocar con los muebles.
Asimismo, debe abstenerse en lo posible de exponerlo a condiciones externas que puedan dañar la esfera y su mecanismo interno). La luz del sol, en particular, pero también la humedad excesiva pueden provocar la formación de condensación bajo el cristal. En el caso de los relojes cuya resistencia al agua permite su uso en la playa y en la piscina, es imprescindible un enjuague cuidadoso para eliminar el cloro o la sal.
También hay que tener cuidado con los campos magnéticos que emiten los aparatos electrónicos de uso cotidiano. Algunos componentes de los relojes mecánicos, como la espiral, son especialmente sensibles a ellos, y pueden tener efectos perjudiciales para la precisión del movimiento.
Dependiendo de la intensidad de las ondas, los campos magnéticos pueden causar un mal funcionamiento relativamente grave del movimiento, o incluso una pérdida completa de funcionalidad en el peor de los casos. Aunque parezca difícil, intente mantener su reloj bien alejado de smartphones, radios, dispositivos magnéticos, hornos microondas, etc.
Si nota un tictac irregular o que el reloj funciona repentinamente de forma lenta, rápida o incluso deja de funcionar, es probable que el reloj esté magnetizado. En ese caso, basta con llevarlo a un relojero, que podrá neutralizar los efectos de la magnetización con un desmagnetizador.
Aunque sólo un experto en relojería es capaz de ocuparse de la limpieza del mecanismo, eso no significa que usted no pueda ocuparse de las partes externas de su reloj. Tanto si nos referimos a las asas como a los alrededores del bisel, le sorprenderá la cantidad de impurezas y suciedad que se cuela constantemente en su reloj.
Por lo tanto, es muy importante limpiar con frecuencia su reloj mecánico con un paño de microfibra, un cepillo muy suave o un paño ligeramente húmedo. Si es hermético, no dude en utilizar un poco más de agua y jabón, si es necesario. De vez en cuando, también puede simplemente pulir el cristal con un paño seco para eliminar el polvo y devolver el brillo a su reloj. Sin embargo, hay que evitar a toda costa los productos de limpieza de composición química incierta.
Por último, debe saber que ni la mejor voluntad del mundo puede sustituir la destreza de un profesional de la relojería. Aunque las acciones y precauciones que hemos visto hasta ahora son ciertamente importantes, no son suficientes: un reloj mecánico, como cualquier coche, debe sin duda ser enviado a revisión por un relojero de forma regular.
El mecanismo de un reloj, muy complejo, debe manejarse con extremo cuidado; sólo un relojero experto es capaz de ocuparse de su mantenimiento. Normalmente se aconseja programar una visita de mantenimiento cada 3 ó 4 años. Aunque los tipos de servicios ofrecidos y su calidad pueden variar de una marca a otra, el procedimiento de mantenimiento suele ser el mismo en todas partes.
Durante este procedimiento, el relojero abrirá la caja y desmontará el movimiento por completo. A continuación, examinará las piezas una por una y las limpiará a fondo, antes de proceder a engrasar los componentes y probar las agujas. Si es necesario, se pueden sustituir algunas piezas. Una vez montado el reloj, también evaluarán la resistencia al agua de la caja, las prestaciones cronométricas y la precisión del movimiento mediante una serie de pruebas.
En definitiva, una serie de delicados procesos imprescindibles para que un reloj automático funcione correctamente, que deben ser realizados regularmente por un relojero cualificado para maximizar su vida útil.
Siguiendo todas estas recomendaciones al pie de la letra, no hay duda de que su reloj vivirá una larga y feliz vida a su lado. Y si sólo asumes una de ellas, debería ser la de confiar su mantenimiento a un relojero de confianza, que sabrá cómo tratarlo adecuadamente. Aunque estas visitas implican, por supuesto, un coste, tenga en cuenta que no es nada comparado con el coste de las eventuales reparaciones que requiere un reloj descuidado y mal mantenido.